Después de mucho tiempo de no escribir, vuelvo pero renovada, mis sentimientos suicidas no me abandonan.
Mas allá de todo eso, nada ha cambiado, salvo por el hecho de que he recobrado la fe y he vuelto a llorar de felicidad.
A pesar de que ya pasaron dos años y 3 días desde tu partida no dejo de extrañarte, eso es obvio.
Tengo todavía esa frase en mi cabeza, que me dijiste el 4 de enero tomando tererés en tu casa...
Fue exactamente así:
No llores por ese inútil. Como te das cuenta, no vale la pena. Ya va a llegar alguien que te valore, alguien que no busque un cuerpo de barbie o una chica que coma una sola hoja de lechuga por día. Te amo hermana, y te prometo HOY, ACÁ, AHORA MISMO que vas a tener alguien que te cuide.Esbocé una sonrisa, seguida de lagrimas tranquilas, lágrimas tanto de dolor como de fe. Lágrimas que al instante compartiste conmigo y con una sonrisa de oreja a oreja continuaste...
No hay quien merezca semejante dulzura, tanto coraje y venerable cariño como el tuyo, pero no te preocupes, aquél que lo tenga va a ser la persona mas feliz del mundo, te lo prometo. Yo sé que con ese carisma que tenés podés mover montañas. Te amo hermana.
Entonces rompí en llanto, no entendí porque. Después pasó lo que nadie quiso.
El 8 de octubre del año siguiente después de MUCHA lluvia durante el día y una gran pelea, llegué a casa y no ise mas que tirarme a llorar, y me puse a pensar en vos. Me acordé de esto que me dijiste y sonreí, entonces me di cuenta de cuanta falta me hacías, ya no te tenía. Pero fue ahí cuando recordé el libro, lo busqué desesperada, cuando lo encontré me tomé el colectivo y me senté donde te conocí, y me puse a leer esa frase:
Estaba alentado a perder la vida, hasta que se le acercó alguien por detrás.Justo como el libro lo decía sucedió, te vi tan solo leyendo con un cigarrillo en la mano, y no dudé un segundo en pedirte fuego. El resto es historia aparte.
Te extraño, no voy a negarlo. Pero cuando la vida lo decida nos volveremos a ver.
Te saludo desde algún rincón del mundo, vos bien sabes.
